El hombre vegetativo como objeto de estudio


Una breve crítica al concepto de economía esgrimido por Samuelson y Nordhaus. La imposibilidad de las funciones de utilidad y la extrema matematización del individuo.
La ciencia económica es una ciencia de alta complejidad que requiere de un minucioso y extenso estudio para poder resaltar sus mayores logros. De alguna u otra manera puede calificarse de ciencia homogénea en sentidos bruscos, pero cuando nos acercamos un poco más, en base a un mismo problema nos sorprendemos al ver la disparidad de argumentaciones y tesis a las que llegan dos científicos que supuestamente pertenecen a la misma ciencia. Como se suele decir, la economía es la única ciencia en la que dos personas que dicen exactamente lo contrario, ganan el mismo premio nobel.
Tales disparidades dentro de las ciencias económicas se remontan en distintas ramas como la metodología y epistemología, la historia de pensamiento económico, la política y los paradigmas, etc. En este artículo, más que dar un paso por cada una de esas extensas ramas (que me gustaría, pero no es el momento) será un breve repaso sobre dos conceptos clave dentro de la ciencia económica esgrimidos por el mainstream, en específico por Samuelson y Nordhaus en su libro “Economía”.1
Al apenas abrir su libro, dan un concepto muy familiarizado dentro de la academia y la ciencia económica en general y tradicional:
«Economía es el estudio de cómo las sociedades utilizan recursos escasos para producir bienes valiosos y distribuirlos entre sí”
Posteriormente continúan:
“Tras esta definición se esconden dos ideas clave de la economía: los bienes son escasos y la sociedad debe utilizar sus recursos con eficiencia. De hecho, la economía es una disciplina importante debido a la escasez y al deseo de ser eficientes.”
Y para de alguna manera dar un cierre:
Todas las sociedades deben tener un esquema para determinar qué bienes se producen, cómo se producen y para quién se producen.
Primero, Samuelson y Nordhaus suponen que a unos recursos dados, la economía es la ciencia que se encarga de conocer (o en su defecto, intentar conocer) la mejor forma de economizar tales recursos para así distribuirlos correctamente.
La deficiencia de esta concepción de la economía viene por el hecho de
a) pretender que los recursos están dados, o sea, que conocemos la totalidad cierta de la cantidad de los distintos bienes en la economía;
b) suponer que podemos conocer todas las utilidades que le podemos proporcionar a un bien y que, podríamos maximizar tal utilidad efectuando la mejor forma de emplear el bien en cuestión;
c) suponer que tenemos la capacidad de saber qué bienes quiere cuál persona en específico para posteriormente poder distribuirlos;
d) suponer que tenemos la capacidad de hacer todo lo antes mencionado y además de una manera eficiente.
Vamos por partes.
La imposibilidad de las valoraciones intersubjetivas de utilidad
Hablemos primero de las funciones de utilidad, en un esquema simplificado, podríamos decir que estas son relaciones que van desde un conjunto de entrada “A” hacia un conjunto de salida “B”. Podríamos llamar al conjunto de entrada “Materia prima”. Mientras que al conjunto de salida lo podríamos llamar “Producto terminado”.

La función U(x) es la relación que tenemos entre la materia prima y el producto terminado. En función a cuanta materia prima seleccionemos, obtendremos una cantidad determinada de producto terminado.
Usualmente estas funciones de utilidad se plantean como funciones crecientes hasta su “punto óptimo” y decrecientes a valores de X posteriores a ese punto. Simplemente por la realidad física de los factores productivos (en este caso llamados X) que utilizamos dentro de unas instalaciones limitadas para posteriormente crear otro bien (nuestro producto terminado).

Estas funciones de utilidad las planteamos los seres humanos constantemente en nuestras cabezas gracias a las valoraciones subjetivas de utilidad que vamos planteando cuando queremos alcanzar un fin específico, sean éstos fines tales como: ir al cine, comer, leer, tomar agua, y otros tantos miles de millones de acciones que el ser humano puede o podría ejercer diariamente. La pregunta viene realmente a ser: ¿lo planteamos en función a qué?
Usualmente los seres humanos planteamos funciones de utilidad intrasubjetivas (de nosotros mismos para nosotros mismos) en función a una multitud de variables específicas que únicamente nosotros conocemos y que además se correlacionan entre sí. Por ejemplo, sea el tiempo que tengamos para realizar un fin –acción–; el lugar físico en el que nos encontremos; los elementos con los que sabemos subjetivamente que contamos; etc.
Estas funciones que las planteamos implícitamente y de una manera intrasubjetiva sirven para realizar acciones de la mejor manera que nosotros creemos posible realizarlas. Sin perder de vista además que, en función al valor que yo le brinde a la acción o al fin que quiera lograr, utilizaré de una manera distinta mis recursos; sean estos ponderados de manera distinta al fin que quiero lograr; o sea, provocaré un mayor o menor gasto de mis demás medios. Por ejemplo, imaginemos que quiero salir con una chica, tal fin no sabría medirlo en términos de utilidad, pero sí sé que no me importaría la vergüenza que gane a causa de ir a pedirle el número de teléfono para después conocernos, o el tiempo que perdería en salir a algún lado. Al fin y al cabo, me importa mucho más conocerla que toda la clase de recursos que vaya a gastar o ganar en mi contra, ya que la utilidad que me generaría estar con ella sería mucho mayor (no sabría el porqué, a fin de cuentas nadie sabe).
En cambio, si tuviera que depositar esos mismos recursos empleados en la cita, en algún otro fin que no me satisfaga tanto o que sea menos deseoso, obtendría una menor utilidad, ¿por qué? Nadie sabe. Lo gracioso con todo esto es que, es completamente individual y subjetivo, son relaciones intrapersonales. Son funciones de utilidad que para mí son de determinada forma, y para el otro son completamente distintas.
Transmitir mensajes
Esos tipos de valoraciones, que cada ser humano tiene, como lo son el amor, la envidia, los gustos de helado, lo que sea, son valoraciones que cada individuo va a intentar alcanzar utilizando distintos tipos de recursos y planteando la utilidad que le va a generar. Pero la circunstancia insalvable de esa utilidad es que es completamente intrasubjetiva, ya que si fuera intersubjetiva necesitaría ser capaz de trasmitirse del individuo que la genera a otro individuo y/o a grupos de individuos de una forma no abstracta y no encriptada.
En todo caso, la ciencia económica demuestra que los seres humanos podemos captar esas valoraciones subjetivas; esa información abstracta y encriptada; que las des-encriptamos de una manera interesante, mediante los precios. Sabemos que los precios informan la escasez relativa de los bienes, y mediante tal información es cómo los seres humanos se guían para poder producir, comprar, y vender. Claro que no quiero exponer todo esto en este artículo, si les interesa el tema, tengo varios artículos que hablo sobre la determinación de los precios y la importancia de entender a la economía como la ciencia que estudia el proceso espontáneo de transmisión de mensajes caracterizados en la propia subjetividad del individuo actuante.

La imposibilidad de maximización
Para maximizar es necesario el conocimiento de todos los factores que implican la consecución del fin máximo, o sea, implica que conozcamos todos los medios y fines a los que quisiéramos llegar. Por lo que, si quisiéramos maximizar un fin en específico como, por ejemplo, saber de qué manera podríamos producir mejor una cantidad específica de hierro, deberíamos saber:
a) quien necesita el hierro y cuál es la cantidad requerida (si de alguna manera producimos más hierro del necesario, o sea, producimos más hierro de lo que la gente realmente necesitaba, habremos desperdiciado materiales y energía que podrían ser utilizados en otros procesos productivos);
b) necesitaríamos conocer la cantidad de mineral que requerimos;
c) los demás factores productivos sean estos máquinas, hombres, procesos administrativos, locación, etc;
d) y por si fuera poco, el tiempo en el que requieren esa cantidad. Por lo tanto necesitaremos conocer el mejor proceso productivo con el cual se puede producir tal cantidad en el menor tiempo y con el menor desperdicio posible, o sea, necesitamos la mayor eficiencia. Todo esto necesitamos y aún más, necesitamos indispensablemente otras personas o grupo de personas que antes hayan producido todo lo que requerimos (factores productivos) y en un tiempo óptimo que nos permita producir sin contratiempos.
¿Quién maneja esa magma de información requerida?
Para poder matematizar las utilidades humanas y plantear un esquema que nos permita calcular racionalmente de una manera extensa la economía será necesario que los humanos dejen de ser humanos y pasen a ser simples seres vivos en estado de vegetación, perdiendo por completo lo que nos caracteriza.
En consecuencia, la pregunta final sería:
¿Cuál aparato burocrático podría siquiera controlar todo este magma de información y conocimiento necesario? ¿Los economistas pueden hacerlo?
Es de crucial importancia el poder plantearnos esta pregunta para conocer en todo caso si tal “esquema” como lo plantean Samuelson y Nordhaus es o debería ser un esquema libre y espontáneo ó coactivo y sistemático. Y en todo caso analizar, con la mayor humildad intelectual cuál es el mejor.


“El curioso cometido de la economía es enseñar a los hombres lo poco que realmente saben sobre aquello que imaginan que pueden diseñar”.
–Friedrich von Hayek. La fatal arrogancia.


Este artículo planea ser una continuación de mi último artículo:

La esperanza humana y el comercio de las ideas
KUNZ PRETTE ANGELO
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En el cual planteo una problemática que abarca la ciencia económica y principalmente deja en crisis al paradigma actual. Lo cual claro, más que ser un intento de revolución epistemológica y científica (ya que no lo es, implícitamente todo lo que digo está dentro de los cientos de libros de los principales autores de la escuela austriaca de economía), todo esto es una cuestión para aclarar mi mente e intentar comprender el por qué. Y si además, puedo despertarle la curiosidad a alguien con respecto a estos temas, aún mejor.
REFERENCIAS:
1
Paul A. Samulson & William D. Nordhaus. “Economía”. Decimo octava edición. Editorial McGraw Hill.
2
Paul A. Samulson & William D. Nordhaus. “Economía”. Decimo octava edición. Editorial McGraw Hill. Página 4.
3
Paul A. Samulson & William D. Nordhaus. “Economía”. Decimo octava edición. Editorial McGraw Hill. Página 7. B. Los tres problemas de la organización económica.