Cuando nadie incomoda al poder: radiografía política de Misiones



En estos últimos tres meses, la política en Misiones volvió a mostrar su rostro más conocido. Ese que se maquilla con actos oficiales, discursos prolijos y fotos de asunción, pero que cuando uno corre el telón deja ver silencios, desorden, desidia y una peligrosa naturalización de la falta de explicaciones.

Vi asumir a los nuevos diputados provinciales y la escena fue casi calcada a tantas otras: juramentos solemnes, promesas de compromiso, palabras grandes como “diálogo”, “futuro” y “bienestar”. Pero mientras escuchaba, no podía dejar de pensar que la Legislatura sigue funcionando más como una oficina de validación automática que como un verdadero espacio de control político. Porque cuando el poder se concentra y nadie pregunta, nadie incomoda y nadie investiga, la democracia se vuelve decorativa.

En ese clima político, en los últimos días La Libertad Avanza Misiones salió a fijar postura. Dijeron que van a acompañar a la Vicepresidencia, que lo hacen por “responsabilidad institucional”, por “gobernabilidad” y por respeto a la República. El mensaje fue claro: bajar el tono, mostrarse ordenados, no confrontar. En los hechos, eligieron no incomodar.

Y ahí aparece la pregunta inevitable:
¿acompañar para cambiar o acompañar para adaptarse?
Porque cuando un espacio que nació diciendo que venía a romper con la vieja política termina priorizando el alineamiento sin condiciones visibles, la promesa de cambio empieza a diluirse. Acompañar sin exigir explicaciones, sin marcar límites claros, sin poner sobre la mesa los problemas reales de Misiones, corre el riesgo de convertirse en otra forma elegante de silencio político.

Mientras tanto, el tema de las termas sigue siendo una herida abierta. Un proyecto anunciado con bombos y platillos, presentado como el gran salto turístico y económico, que hoy está trabado, opaco y sin respuestas claras. ¿Qué pasó con el dinero que ya fue depositado? ¿Dónde están los informes técnicos completos? ¿Quién se hace cargo de las decisiones que llevaron a este fracaso parcial? Nadie da la cara. Nadie explica. Y cuando se trata de fondos públicos, el silencio no es neutral: es irresponsable.

Mientras tanto, las rutas siguen siendo promesas que no llegan. Caminos rotos, obras inconclusas, anuncios reciclados. El productor, el trabajador, el vecino del interior profundo sigue circulando por rutas destruidas mientras escucha discursos sobre desarrollo. No hay relato que tape el polvo, el barro y el abandono.

En ese mismo recorrido aparecen los hospitales. Hospitales saturados, profesionales agotados, pacientes esperando. La salud pública en Misiones no funciona por planificación: funciona por el esfuerzo casi heroico de quienes la sostienen todos los días. Lo mismo pasa con la educación. Escuelas con problemas edilicios, docentes mal pagos, estudiantes que cargan sobre sus espaldas un sistema que les exige todo y les devuelve poco. Se habla de calidad educativa, pero no se puede pedir excelencia cuando se gobierna con precariedad. Los docentes no quieren aplausos ni discursos: quieren salarios dignos, condiciones de trabajo y respeto. Si de verdad se espera una mejora para 2026, el camino debería empezar ahora, no en campaña.

Y si uno sale de las ciudades y mira al interior productivo, la situación es todavía más cruda. Los productores de yerba, té y tabaco siguen siendo el eslabón más débil de una cadena que beneficia a pocos. Precios bajos, intermediarios fuertes, costos altos y un Estado que acompaña con palabras pero no defiende con hechos. El productor trabaja, invierte, arriesga, pero no decide. Así se va vaciando el campo, así se rompe el entramado social del interior misionero.

En este contexto aparece la nueva Defensora del Pueblo. Y acá no hay margen para el eufemismo. Porque quien asume ese rol lo hace para defender a la gente, no para quedar bien con el poder. Sin embargo, lo que se percibe hasta ahora es más cercanía con las estructuras que con los reclamos reales. Tarifas, salud, educación, servicios básicos: la gente espera una defensora incómoda, presente, firme. No una figura tibia, de bajo perfil, que administre conflictos en lugar de enfrentarlos. Si la Defensoría no molesta, no sirve. Y hoy, lamentablemente, la duda es grande.

Y si hablamos de servicios, no se puede esquivar a la CELO. La cooperativa eléctrica se convirtió hace tiempo en un tema sensible, casi intocable. Cortes, tarifas, falta de información clara y una conducción que parece vivir en un mundo paralelo al del socio común. ¿Quién defiende al usuario frente a la CELO? ¿Quién exige explicaciones reales? Porque cuando la Defensoría mira para otro lado y la política guarda silencio, el vecino queda solo, pagando y soportando.

Todo esto no son hechos aislados. Es un mismo modelo que se repite: poco control, mucha obediencia y cero autocrítica. Una política que se acostumbra a no explicar, a no rendir cuentas, a tratar al ciudadano como espectador y no como protagonista.

Misiones está en una encrucijada. Puede seguir por este camino cómodo para pocos y frustrante para muchos, o puede empezar a incomodarse a sí misma. Pero eso requiere valentía política, transparencia real y dirigentes dispuestos a escuchar lo que no quieren oír.

Y cierro agradeciendo. A cada lector, de verdad. Porque sin ustedes, estas palabras, estas notas y estas publicaciones no existirían. Gracias por leer, por pensar, por cuestionar. Gracias por la confianza, por las puertas que se abrieron y por cada propuesta laboral que me impulsa a seguir escribiendo y diciendo lo que muchos prefieren callar. Yo sigo apostando a una Misiones más justa, más transparente y con un futuro real para todos.

Paola Wojtowichz