El mercado inmobiliario de Misiones atraviesa uno de los momentos más críticos de las últimas décadas. Lo que durante años fue una excepción —uno o dos inquilinos retrasados— hoy se convirtió en una problemática masiva y estructural: el atraso generalizado en el pago de los alquileres afecta a viviendas, loteos, departamentos estudiantiles y locales comerciales por igual.
Inmobiliarias de Posadas describen un nivel de morosidad “como no se veía hace muchísimo tiempo”, un síntoma directo de una economía que achica salarios, multiplica gastos y deja a miles de familias sin posibilidad de cumplir con sus obligaciones básicas. La caída del poder adquisitivo y la disparada del costo de vida reconfiguraron por completo las prioridades: cada vez más inquilinos eligen pagar comida, deudas o servicios antes que el alquiler.
“Antes del día 10 todos pagaban; ahora muchos llegan al final del mes o directamente pasan al siguiente esperando el aguinaldo”, resume Julio González, de Garupá Propiedades, quien asegura que incluso edificios completos registraron, por primera vez, que todos los inquilinos pagaron tarde.
Oferta en aumento, demanda desplomada
A la crisis de ingresos se suma un fenómeno que profundiza la tensión: una fuerte sobreoferta de alquileres. Julia Acosta Azoya, de Inmobiliaria del Oeste, sostiene que hoy hay disponibilidad “como no se veía en décadas”. Los estudiantes están abandonando departamentos, las familias se mudan a espacios más pequeños para sostenerse y la periferia aparece como la zona más castigada, con trabajadores que ya no pueden afrontar ni los alquileres más básicos.
Después de la Ley de Alquileres: más flexibilidad, menos capacidad de pago
La derogación de la Ley de Alquileres mediante el DNU 70/23 reconfiguró el mercado. Para algunos inquilinos significó quedar expuestos a aumentos más frecuentes, contratos cortos y nuevos gastos. Para parte del sector inmobiliario, en cambio, la desregulación facilitó acuerdos flexibles y contribuyó a ampliar la oferta. Pero, como señala Acosta Azoya, el principal problema no es normativo sino económico: “La gente no tiene plata”.
Cuando la economía no cierra
Salarios estancados, paritarias que corren muy por detrás de la inflación, consumo deprimido y recesión generalizada componen el núcleo de una crisis que ya afecta a más del 60% de los inquilinos, según relevamientos recientes. La mitad alquila sin contrato y miles de hogares enfrentan una elección brutal: pagar el alquiler o comer.
Un mercado que se vacía
La calle evidencia el impacto: hacinamiento, mudanzas forzadas, estudiantes que regresan a sus pueblos, jubilados que vuelven a vivir con sus hijos y familias monomarentales al límite. También el comercio sufre: aumentan los locales vacíos y se debilitan los corredores comerciales tradicionales.
El mercado inmobiliario misionero ya no es simplemente “tenso”: está fracturado. Y el atraso extendido en los pagos se transformó en la señal más clara de una crisis que empuja silenciosamente a miles de familias hacia un desalojo económico. (Revista Enfoque)
