La justicia misionera condenó a los docentes y gremialistas Mónica Gurina y Leandro Sánchez a unos cuantos meses de prisión en suspenso porque en la “Formosa con buenos modales”, contrariamente a la letra del “Cambalache” de Discepolín, “el que llora no mama”. Más allá de Gurina y Sánchez, para el poder lo importante fue enviar el mensaje para que el resto anote: ojo con retobarte.
En Posadas la jueza Marcela Leiva, en sintonía con lo pedido por la fiscal María Laura Álvarez, condenó a Gurina a diez meses de prisión en suspenso y a Sánchez a ocho meses de prisión en suspenso. Deberán hacer tareas comunitarias y pagar las costas del juicio.
¿Por qué? En paralelo a la recordada protesta policial del año pasado, realizada en Posadas y con impacto mediático nacional, los docentes no alineados al oficialismo renovador se sumaron para hacer lo que hace dos décadas vienen haciendo: pedir mejores salarios para un sector que está entre los peores pagos del país. Los autócratas detestan a los no alineados. De ese ayer a este hoy.
La atemporal frase del español Francisco de Quevedo se torna ineludible: “Donde hay poca justicia es peligroso tener razón”. Pero el grueso del electorado, despreocupado de cuestiones republicanas como los controles al poder, vota de un modo que permite que ese poder haga lo que quiera solo porque puede.
Rovira podría reclamar el copyright de esa expresión que el presidente Milei y sus libertarios usan a menudo: Todo marcha acorde al plan.
Porque en Misiones ya hace mucho que todo marcha acorde al plan.
Walter Anestiades
