Productores de yerba y té de toda la provincia alertan sobre precios afectados, pagos a plazos de hasta 120 días, cheques sin fondos, desinversión obligada y un escenario que ya provoca migración rural.
“Hace dos años estamos totalmente a la deriva”, afirmó el productor Luis Alberto Andrusyzsyn apuntando contra el gobierno libertario por la desregulación desde 2023.
Para Andrusyzsyn, la eliminación de las facultades del INYM dejó a los pequeños productores sin herramientas de negociación: “Hace dos años estamos totalmente a la deriva porque pagan lo que quieren, cuando quieren. No tenemos ningún precio base”, afirmó a Canal 12, añadiendo que la desregulación favoreció a grandes industrias: “Esta libertad de mercado se transforma en un libertinaje. Es como poner un zorro adentro de un gallinero”.
Según explicó, la falta de control permitió que empresas de distintas zonas pagaran muy por debajo del valor provincial fijado en 305 pesos por kilo de hoja verde.
En la zona Sur —detalló— muchos productores terminaron cobrando 260 o 270 pesos, con plazos de hasta 120 días. En zonas como Campo Grande o Campo Viera, el pago cayó incluso a 160 o 180 pesos, acompañado de cheques apócrifos.
Cabe recordar que en el INYM, el directorio no solía lograr un precio de consenso lo que llevaba a un laudo establecido en Buenos Aires que, luego tampoco se cumplía.
No obstante, Andrusyzsyn insiste en que necesitan un precio fijado que permita “trabajar medianamente tranquilo” en 480 pesos por kilo, aunque el valor “real” para equilibrar la cadena sería 600 pesos. “Los precios que nos quieren pagar son miserables”, aseguró.
Además, advirtió que la desinversión ya es inevitable: “El combustible lo reducimos al 50%. No hicimos ni tareas de mantenimiento. La merma no será por clima, sino por falta de tareas”.
El productor insistió que, sin un precio regulado, los pequeños productores no pueden asociarse para condicionar a la industria. “Si nos unimos, ellas compran afuera. No hay freno en la frontera”, sostuvo.
La competencia directa con yerba importada y la capacidad económica de las grandes empresas, que pueden aguantar meses sin vender, deja a los productores sin margen de negociación: “No tenemos resto para aguantar cuatro meses. Ellos sí. Y cuando caemos, caemos en sus manos”.
