Closs, el eco de una política que ya no convence





Maurice Closs volvió a hablar en esta días. Lo hizo en el programa Dominio Público, con Alejandro Barrionuevo, justo cuando el Frente Renovador vive su peor momento. El exgobernador apareció tranquilo, con el tono de quien alguna vez tuvo todo el poder y ahora intenta explicar por qué su modelo ya no funciona. Pero sus palabras dejaron claro algo que muchos misioneros sienten: la vieja política sigue sin entender al pueblo. En resumen, “no la ven”.

Closs escuchó cómo repasaban su larga carrera: dos veces gobernador, dos veces senador, diputado, jefe de gabinete. Todo muy prolijo, pero imposible de separar del sistema que hoy la gente rechaza. Él mismo lo dejó ver cuando dijo que una cosa es “estar en política” y otra “buscar cargos”. Pero en el fondo, significa lo mismo: el poder por el poder. Y eso es justo lo que la gente ya no quiere. La política no puede ser un trabajo de por vida. Tiene que ser un servicio, no un modo de vivir del Estado.

La entrevista se dio en medio de lo que parece ser una fuerte interna dentro de la Renovación, luego de que su figura más votada, Oscar Herrera Ahuad, perdiera de manera clara en las últimas elecciones. Esa caída dejó al descubierto una pelea silenciosa entre viejos referentes y nuevos dirigentes que ya no logran sostener el mismo discurso. En ese escenario, Closs reapareció, no como lo nuevo sino como una voz del pasado que intenta marcar rumbo, aunque ya sin la fuerza de otros tiempos.

Al hablar de la crisis del espacio, Closs fue claro: el partido perdió identidad. Intentaron parecerse a los liberales, pero sin entenderlos. “Una mala copia”, dijo. Y sin darse cuenta, se describió a sí mismo: un político que quiere parecer moderno, pero sigue defendiendo las mismas estructuras de siempre.

Usó una comparación de boxeo para hablar del resultado electoral: dijo que el Frente Renovador fue como un boxeador “salvado por la campana”. Pero se olvidó de lo más importante: el golpe vino de la gente. Los votantes fueron los que marcaron el límite. Cansados de promesas, de relatos y de un “Estado presente” que sólo ayuda a los de arriba, eligieron algo distinto. Quizás más fuerte, más rebelde, pero sincero. Lo que hay en la calle es hartazgo.

Closs intentó explicar el fenómeno Milei con palabras difíciles, hablando de “contrastes” entre Estado y mercado, entre política y antipolítica. Pero lo hizo desde arriba, como si el pueblo no entendiera. Lo que él llama “extremos” son simplemente nuevas prioridades. La gente no quiere un Estado que gaste sin control ni un poder que reparta plata para mantener obediencia. Quiere libertad para trabajar, producir y decidir.

En un momento, Closs dijo algo que lo define: “el poder no se comparte”. Esa frase muestra cómo se manejó Misiones en los últimos veinte años: un gobierno cerrado, donde manda uno solo y los demás obedecen. Ese sistema está agotado. La gente quiere que se premie el esfuerzo, no la obediencia.

También se mostró incómodo con la idea de Ficha Limpia. Admitió que él la habría rechazado. Dijo que la política no debe juzgar moralmente a los dirigentes. Pero para la gente común, eso suena mal. Suena a que los políticos se protegen entre ellos. Un privilegio más para los de arriba.

La parte más reveladora de la entrevista llegó cuando Closs, con total naturalidad, le dijo a Barrionuevo: “la mayoría, por lo que te conozco a vos y me conoces a mí, resolvieron distinto a lo que vos y yo pensamos”.
El periodista no lo corrigió, ni intentó aclarar su posición. Ese silencio fue más elocuente que cualquier respuesta. Dejó a la vista que, detrás del tono analítico del programa, había una postura clara: anti Milei y alineada con la vieja política.

Al final, Closs no habló desde el pueblo, sino desde el espejo. Su crítica a la Renovación es también una crítica a su propia generación: políticos que supieron manejar la provincia, pero que nunca entendieron que el país cambió. Hoy la gente quiere menos discurso y más libertad. Menos planes y más oportunidades. Menos control y más competencia.

Closs dice que ya no está en el barco, pero su sombra todavía se nota. Mientras él recuerda los tiempos de pasacalles y comités, la nueva política se discute en redes, en la calle, en la vida diaria. Y allí, donde el ciudadano pide menos Estado y más responsabilidad individual, la vieja política (con su tono pausado y su nostalgia del poder) ya no tiene lugar.

Por Daniel Orloff

Entrevista completa, aquí:


https://youtu.be/3z3MQ7qj2gI?si=SLX6gmKakJXOrJzp