En el auditorio del Pro Textil 2025, empresarios, sindicalistas y técnicos escucharon una advertencia repetida como un eco: la industria textil argentina se encuentra “a contramano del mundo”. El presidente de la Fundación Pro Tejer, Luciano Galfione, abrió el encuentro con un discurso cargado de diagnósticos y reclamos. “Defender a la cadena de valor textil, es defender a la Argentina”, afirmó, sintetizando el espíritu del manifiesto que la entidad difundió para marcar posición frente a la coyuntura.
Una economía en retroceso
El informe sectorial presentado por la economista jefa Lucía Knorre y la directora ejecutiva Priscila Makari puso en cifras esa alarma. En los primeros ocho meses de 2025 las importaciones de bienes alcanzaron los USD 50.296 millones, un salto interanual de 32%.
En paralelo, el déficit turístico trepó a USD 6.327 millones en el período enero-julio, un 128% más que el año anterior. El dato, que recuerda al récord de 2017, refleja una salida creciente de divisas por viajes al exterior. En el escenario del Pro Textil, Galfione lo vinculó con la realidad de la industria: señaló que “el gobierno promueve viajes, con un tipo de cambio claramente subsidiado, haciéndonos creer por el tiempito que dura ese viaje que somos ricos en dólares”, mientras la producción nacional enfrenta una competencia desleal de prendas compradas afuera.
La formación de activos externos completó el cuadro: rozó los USD 14.200 millones, en niveles cercanos a los récords de 2018 y 2019.
El panorama laboral mostró el golpe más fuerte. Entre diciembre de 2023 y junio de 2025 se perdieron 17.600 puestos productivos en todo el país, con una caída de 3% en la industria manufacturera y de 10% en los rubros textil, indumentaria, calzado y cuero. Ese sector sumó 11.500 empleos menos, equivalentes a una merma de 10%.
El uso de la capacidad instalada cayó a mínimos históricos, mientras que los precios de importación marcaron valores FOB por kilo en niveles nunca vistos. La Fundación advirtió que más de 14 mil nuevos CUITs se sumaron como importadores en el último año, un incremento de 38% respecto de 2024. El costo fiscal de la rebaja arancelaria a la cadena textil e indumentaria ascendió a USD 66 millones entre abril y agosto, y se proyecta que alcance los USD 120 millones en 2025.
Un diagnóstico compartido
El discurso de Galfione intercaló datos con advertencias políticas. Señaló que “el gobierno promueve viajes con un tipo de cambio subsidiado, haciéndonos creer que somos ricos en dólares”, mientras la producción nacional enfrenta una competencia que calificó de desleal. En ese sentido, cuestionó el ingreso de productos elaborados “con mano de obra esclava y químicos peligrosos para la salud”.
El Panorama Pro Textil reforzó ese planteo al remarcar que el consumo aparente textil se cubre cada vez más con importaciones, mientras en otros países crecen las políticas de defensa industrial. El informe subrayó que mientras Estados Unidos impulsa leyes de “compre nacional” y Europa avanza con regulaciones contra el fast fashion, Argentina baja aranceles y controles.
La encrucijada del modelo
La Fundación resumió la situación en una serie de ejes: desaceleración inflacionaria a costa de una recesión prolongada, reservas internacionales en la cuerda floja, consumo deprimido y consecuencias estructurales sobre la capacidad industrial. “Somos trabajo, somos innovación, somos federales, somos diseño, somos el primer empleador femenino… debemos sentirnos orgullosos de lo que hacemos”, exclamó Galfione frente a un auditorio que lo aplaudió de pie.
La conclusión del encuentro dejó una consigna: la industria textil argentina reclama unidad para no ser arrasada. “Cada taller, cada fábrica, cada puesto de trabajo nos necesita unidos. Levantemos la voz y no dejemos arrebatar nuestra dignidad”, cerró Galfione, mientras las cifras del panorama económico confirmaban el trasfondo de su advertencia.
Fuente: Bae Negocios
