SEM Oberá: la trampa digital que sangra al vecino en plena campaña electoral



En Oberá, el Sistema de Estacionamiento Medido (SEM) fue presentado como la joya tecnológica que venía a ordenar el tránsito y facilitar la vida de los ciudadanos. Nos prometieron un servicio más económico, ágil y transparente. Hasta se lanzó con saldo gratuito y sin multas, como si fuera un regalo de campaña. Pero la ilusión duró lo que dura una sonrisa en época electoral: poco y nada.

Basta mirar los números para entender la magnitud del engaño. Según denunció el comerciante y dirigente radical César Álvarez, estacionar 1 hora y 7 minutos cuesta $160; 2 horas y 12 minutos, $380; y 4 horas y 9 minutos, $940. ¿Qué lógica tarifaria hay en este delirio? Ninguna. Cada minuto extra se cobra como si fuera una nueva hora completa. No hay proporcionalidad, no hay justicia, no hay criterio: hay un mecanismo perverso de recaudación encubierta.

Y acá es donde aparecen los responsables. El Concejo Deliberante de Oberá aprobó el SEM con los votos del bloque oficialista Renovador. Seis concejales levantaron la mano a favor, obedientes a la línea de siempre: Pablo Ullón, Verónica Noguera, María Luisa “Lucy” Glum, Maximilian Binder, Carina Sánchez y Marcelo Sedoff.
En cambio, la oposición —Mara Frontini, Adriana Kosnicki y Aníbal Ramírez— votó en contra y advirtieron que esto no era modernización, sino un negocio armado para recaudar. ¿Adivinen quién tenía razón?

El proyecto fue impulsado por el Ejecutivo Municipal y terminó adjudicándose a la empresa Decisiones Empresariales S.R.L., con un contrato de cuatro años y un esquema de reparto: 65% de lo recaudado para el municipio, 35% para la empresa privada. El concejal Marcelo Sedoff defendió la propuesta 1B de la licitación como si fuera la panacea: software de gestión, oficina local, atención a reclamos… Pero el único reclamo real hoy es el de los vecinos que ven cómo sus bolsillos se vacían por estacionar unos minutos de más en el centro.

En la práctica, el SEM no ordena el tránsito, no favorece al comercio, no mejora la movilidad urbana. Lo que hace es multiplicar tarifas sin explicación y funcionar como caja automática del municipio y la empresa concesionaria. Es el viejo truco del “avance tecnológico” usado como pantalla para lo de siempre: recaudar a costa del ciudadano común.

Y la cereza del postre es el timing político. El SEM arrancó con crédito gratis y sin multas desde el 17 de junio hasta el 1 de julio. Justo cuando terminó ese período de gracia, empezó el cobro real. ¿Casualidad? No. Estrategia electoral pura: mostrar la cara amable antes de las elecciones y aplicar el mazazo después.

Entonces, llamemos las cosas por su nombre: el SEM en Oberá no es un servicio, es un impuesto encubierto, una multa disfrazada de innovación digital. Es la muestra perfecta de cómo la Renovación gobierna: con discursos de modernidad, pero con prácticas de recaudación opacas que golpean siempre en el mismo lugar: el bolsillo del vecino.

En épocas de elecciones, los discursos abundan y las promesas se multiplican. Pero las decisiones concretas —como esta— son las que marcan el rumbo real de quienes manejan la ciudad. Y hoy el rumbo está claro: más caja para la política, más carga para el ciudadano.

Porque al final, el SEM en Oberá no mide autos ni minutos: mide cuánto aguantamos que nos metan la mano en el bolsillo. Y mientras los Renovadores se llenan la boca hablando de “innovación” y “gestión moderna”, lo único moderno acá es la manera de vaciarte la billetera con una aplicación.

Esto no es orden, es saqueo digital con aval político. Y que quede claro: cada ticket del SEM no es un comprobante de estacionamiento, es la boleta que confirma que, una vez más, el ciudadano paga la fiesta de la Renovación.

Por Paola Wojtowichz

NR: otro caso lo dio a conocer Analía Potschka (foto): «Comparto también mi malestar con el sistema, porque si supuestamente cobra $80 la hora, yo estuve estacionada casi 3hs, me cobró $520… Debería haber sido $240…
La verdad no sé cuál es la tarifa real…».

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